Capítulo 68: La Mansión del Veneno
Lector Beta: My_Own_Worst_NPC
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La petición de Madam Damas me tomó por sorpresa, pero después de reflexionar un rato, finalmente entendí lo que quería decir.
—Cuando pediste mi ayuda para protegerlos, ¿te referías a usar a los golems?
—Así es.
No era posible colocar a un guardia dentro de la habitación mientras los prostitutos atendían a los clientes; lo máximo era situarlo frente a la puerta, pero eso no evitaría otro incidente. Un golem, en cambio, podía colocarse dentro y, si le ordenaba quedarse quieto, puede pasar por un simple adorno.
—Sin embargo, tengo mi propio negocio que atender…
—Compensaremos cualquier pérdida durante tu ausencia…
Recordando a Lloyd, el "cabeza de código de barras", temblando de miedo, me inclinó a ayudarlos. Tampoco me sentiría cómodo viviendo mi día a día sabiendo que un asesino que ataca a hombres sigue suelto en la isla.
Así que acepté ayudar hasta que atraparan al culpable o, al menos, hasta que la situación se calmara y los prostitutos se sintieran seguros.
Por suerte, no había huéspedes quedándose noches consecutivas en la posada. Seguro habría quien quisiera alojarse, pero tendrían que ir a la posada del gremio por un tiempo. También suspendí el servicio de comedor. Lamento decepcionar a las guerreras musculosas que vienen cada noche, pero tendrán que soportarlo. Cuando reabramos, les prepararé sus canapés de paté de hígado favoritos.
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Había seis hombres que necesitaban protección. Decidí asignar un Wonder y un Harry a cada uno, lo que, lamentablemente, dejaría menos guardias para mí. Aunque preocupado, contaba con Sierra para protegerme. Además, Cecily, Rouge e incluso Miina accedieron a ayudar.
Nos instalamos en un rincón de la sala de espera donde los prostitutos aguardaban a sus clientes. Así podría dar órdenes a Harry y Wonder con más facilidad.
Al caer la tarde, cuando los aventureros regresaban de la mazmorra, el distrito comercial se llenaba de bullicio. Como suelo estar ocupado en esa hora, era mi primera vez allí después del ocaso.
Me sorprendió ver tanta gente en la isla. Las calles visibles desde la ventana estaban abarrotadas, con puestos de comida y licor. Mientras observaba con curiosidad, una aventurera conocida se acercó:
—¡Eeehh! Okami-san, ¿no me digas que ahora también atiendes clientes aquí?
—No, solo estoy por otros asuntos.
—Qué mal. Pensé que podría abrazarte. Hasta pediría prestado si fuera necesario…
…Mejor me alejé hacia el fondo para evitar malentendidos.
Por cierto, el servicio de un hombre en este burdel es carísimo: entre 30,000 y 40,000 Lehmens por noche. Es el precio normal aquí, pero en la capital de Lulu Sanjion, esa cantidad conseguiría una prostituto de alta gama. Podría considerarse un robo, pero las mujeres de este mundo tienen una libido fuerte, y las clientas siempre regresan.
—Aún así, lo que nos queda es mínimo —suspiró Lloyd—. Solo recibimos unos 3,000 Lehmens por cliente; el resto es para el burdel y Madam Damas.
Aunque, según él, no era del todo terrible: algunos con deudas trabajaban sin paga.
Una sirvienta interrumpió nuestra conversación:
—Señor Clive, lo han solicitado.
Clive, el prostituto más popular, parecía ser demandado de inmediato.
—Uf… No estoy de humor. ¿Quién es?
—Una aventurera llamada Porta.
—Ah, esa mujer sombría. No la soporto. Clive fumaba con expresión lúgubre.
—Señor, salude a la clienta.
—Déjame terminar este. Los cigarrillos son caros en la isla.
Sopló el humo como si fuera un suspiro.
—Esa tipa es rara. Cuando Ozzie vivía, me contó que Porta intentó excitarlo sin magia.
—¿Para qué?
—Quién sabe. Muchas mujeres presumen de sus "técnicas para hacer llorar de placer a un hombre", pero fallan. Como con Ozzie: no logró excitarlo y no hubo sexo.
Al escuchar esto, Lloyd palideció:
—Espera… ¿No pidió Porta a Toby también? Igual que con Ozzie, intentó hacerlo sin magia… y tampoco lo consiguió.
—No me digas que Toby…
—¡Sí! ¡A Toby también lo mataron!
Ahora Clive palideció. —¡N-no quiero ir!
Porta tenía conexión con las víctimas. Clive nunca ofreció sexo como servicio principal; quizá por eso seguía vivo.
—Voy a echar un vistazo —dijo Sierra, levantándose en silencio.
—Te acompaño —susurré al oído—. Si pasa algo, podría ayudarte con [Reparar].
—No lo necesito.
—Si esto se descontrola, otros podrían salir heridos.
—…Entiendo. Pero quédate atrás, Shirou.
El sistema del burdel exigía que las clientas se registraran en el lobby y esperan en una sala contigua hasta que un prostituto las acompañara a su habitación. Mientras esperaban, se servía alcohol y cigarrillos.
La tienda acababa de abrir, así que no había más clientas. En la sala, una mujer se inclinaba hacia adelante en el sofá: Porta.
Tenía la piel blanca como cera, ojos vacíos y no se movía. No había vino ni cigarrillos frente a ella; solo esperaba en silencio.
Sierra me pidió que me quedara en la entrada y se acercó. Busqué armas que Porta pudiera usar, pero no llevaba ninguna (regla básica del burdel: dejar las armas en recepción). Aunque, en este mundo, las mujeres usan magia, así que la regla es inútil…
Porta miró a Sierra, quien arrugó la nariz:
—Hueles a sangre…
Silencio. Entonces, Porta hizo una voltereta y lanzó una patada. Sierra esquivó, pero Porta saltó tras el sofá.
—¡Al fin muestras tu verdadero rostro! §ΔΓΓ§¶Γ…
Sierra comenzó un conjuro, pero Porta se movió rápido. Arrojó un polvo verde desde una bolsa de cuero.
¡Veneno!
Sierra dejó de respirar, interrumpiendo el conjuro. Porta atacó con un cuchillo oculto, pero Sierra lo esquivó y la golpeó en la cara. Porta quedó aturdida.
Pero entonces…
—¡Ueeghh! tose tose**.
—¡Sierra!*
¿El veneno la afectó?
—Asco… La sensación de carne cruda aplastándose…
Ah, cierto. A Sierra le repugna el contacto físico. Por eso solo ataca con magia.
Porta, viendo su debilidad, arremetió contra Sierra, que tambaleaba.
¡Clang!
El cuchillo fue desviado por la espada de Cecily, pero Porta la pateó y la lanzó hacia atrás.
¿En serio esta mujer puede luchar contra Cecily y Sierra juntas? Esto es malo…
El miedo me paralizó.
—¡Okami-san, retrocede!
Miina tiró de mi cuello. Rouge saltó frente a mí y activó una barrera. En el lobby, Porta, Sierra y Cecily combatían ferozmente.
Porta, al verse en desventaja, esparció más polvo. Sierra y Cecily retrocedieron, pero Porta aprovechó para huir.
—¡Shirou, que Poppo la siga!
Desplegué a Poppo, que estaba en mi hombro. Desde el aire, podría rastrearla sin ser visto. El veneno no le afectaba, al ser un golem.
—¡Tose! ¡Tose! —Cecily tosía violentamente.
—¿Estás bien?
—Solo inhalé un poco.
Gracias a la barrera de Rouge, nuestra zona estaba limpia.
—Shirou, quédate aquí. Miina, ve por la ventana y llama a los curanderos y a la Maestra Erza.
—¡Entendido!
—Y también… —Cecily se agarró el pecho con dolor—. Dile a la Maestra Erza que la culpable es… el Gusano Blanco.
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